¿Habéis experimentado la sensación del "viaje" que va de la mano al consumir setas o algún otro tipo de alucinógeno? A nivel personal, tengo la suerte de poder decir que la vida no me ha llevado por esos derroteros; pero si trato de hacer el ejercicio de imaginar la experiencia, pienso que no debe ser algo muy alejado de lo que propone el juego debut del estudio The Water Museum bajo el sello editorial de Critical Reflex (quienes están detrás de otros juegos destacados de este año como son el aclamado Mouthwashing o el viral Buckshot Roulette).
Acostumbrados a despertar en la cueva del elegido qué ha estado largo tiempo en letargo, en Arctic Eggs iniciamos la aventura en un lugar un poco menos glamuroso. Una habitación oscura, jaulas con gallinas a ambos lados y, por si fuera poco, un soldado que consigue hacer que nuestros ojos se abran como platos por su extraño -y perjudicado- aspecto; mientras nos pregunta: ¿Se pueden freír huevos en la cima del Monte Everest? Con este interrogante, aparentemente absurdo, y quiero remarcar solo aparentemente, se marca el tono de una experiencia que no me atrevería a llamar aventura.
El segundo impacto viene cuando nos damos cuenta de que todo el mundo en esta Antártida distópica del año 2091 nos pide que nos pongamos a freír huevos... ¡Por los dos lados! Nunca te puedes fiar de nadie a quien le guste semejante blasfemia aberrante, no es trigo limpio.
Y con esa inquietante sensación de que algo no está bien y de que aquí pasaron cosas graves, empezamos a desplazarnos por una jungla de hormigón, metal, hielo y luces de neón en la que encontraremos muchas bocas a las que alimentar con nuestra fiel y única herramienta: una sartén. Nuestro objetivo es descubrir qué pasa con los huevos, las gallinas y alimentar a todo aquel que esté hambriento para ganarnos el favor de alguien llamado "Sabio de los seis estómagos", quién parece ser que controla la sociedad casi totalitarista en la que nos encontramos.
Creo que es oportuno detenerse aquí para hablar ya del apartado artístico de Arctic Eggs, ya que tanto en lo visual como en lo sonoro se acentúa esa extrañeza del mundo del juego. Su estética low poly llama la atención por ser más detallada de lo habitual en este tipo de gráficos. La decisión es plenamente consciente a favor de su parte artística que consigue, junto a las disparatadas animaciones y bailes de las personas -por llamarlos de algún modo- crear algo psicodélico a los ojos. Esto se ve perfectamente al observar a cualquiera de los personajes. Nos daremos cuenta de qué esos modelos en tres dimensiones tienen un temblor suave pero constante, exactamente igual que si colocáramos un cuerpo gelatinoso en un plato y lo moviéramos suavemente con nuestra mano. Es un baile gelatinoso hipnótico.
En lo que se refiere al apartado sonoro, acompañando al agradable ASMR de nuestra sartén y todo lo que se cocina en ella, una banda sonora con pocos temas, pero completamente efectiva de nuevo sumando a la atmósfera en la que estaremos inmersos. Con tonos de jazz alegres en ciertas ocasiones, no sabremos si sentirnos alegres o seguir con la sensación perturbadora que estamos experimentando en nuestros intestinos. Si el objetivo era lograr ese fuerte contraste, misión cumplida.
Ahora sí, toca centrarse en las mecánicas y jugabilidad. Si con lo dicho hasta ahora podría parecer que el juego busca ser sobre todo una experiencia narrativa de las que dejan la parte jugable en segundo plano, nada más alejado de la realidad. Arctic Eggs es muy videojuego, además en un sentido muy puro de lo que significa jugar. Su desplazamiento nos puede recordar a un walking simulator, pero al agarrar la sartén pasan cosas y lo que podría parecer un simple minijuego gracioso sin más, tiene bastantes más capas de las que se ven a simple vista. Hacer huevos fritos (recordad, por ambos lados) es solo la punta del iceberg.
Desde cigarrillos (sí, de tabaco del de toda la vida), hasta cucarachas, peces globo, salchichas y hasta balas de pistola pasarán por nuestra herramienta de cocción favorita, ¿a quién no le gustan unos buenos huevos con un poco de trazas de insecto y pólvora? Nos plantearemos dónde se encuentra el límite cuando alguien nos pida si podemos cocinar su vaso de hielo para dejarlo "a temperatura ambiente". Cada uno de los elementos que caen en nuestra sartén tienen su tiempo de cocción, algunos se cocinan por un lado y otros por ambos (como los huevos, no olvidemos los huevos). Tendremos que echarlos todos al fuego y dejarlos en su punto sin que se quemen ni se caigan, si ocurre alguna de las dos nos tocará volver a empezar. Por mencionar un ejemplo: si los cigarrillos se consumen o las cucarachas vivas saltan fuera antes de terminar el resto tocará reiniciar.
Con sus excelentes físicas y su disparatada combinación de ingredientes locos la diversión está presente desde el primer hasta el último plato. Como idea surgida a raíz de jugar, a nivel personal pienso que es un juego al que le sentaría fantásticamente un control por movimiento como el que ofrece Nintendo Switch en algunos juegos. Si bien al mando ya se siente fenomenal, quizá mover la mano en el mundo real simulando ser un chef podría multiplicar la diversión.
Más allá de su propuesta llena de humor, porque si de algo puede presumir Arctic Eggs es de tener sonrisas y hasta carcajadas para repartir de sobras durante las 3 horas que dura (si llega), es de esos juegos que te deja pensativo tiempo después y con la cabeza llena de preguntas. El juego es mucho más que un chiste jugable. Al reflexionar, hay tantas capas que te llegas a plantear si vivir dos horas en el ártico distópico te ha dejado loco a ti también.
¿Se pueden freír huevos en el Monte Everest sin que el lado que está fuera del aceite se congele?, ¿estamos programados para realizar tareas de forma robótica con órdenes, muchas veces dadas por superiores que parecen más robots que humanos?, ¿es ese futuro distópico que vemos en el juego una ventana a nuestro futuro por cómo gestionamos nuestros recursos?, ¿estamos ya tan locos e inconexos unos con otros como sociedad a la hora de comunicarnos?, ¿acaso las respuestas importan?
Con total sinceridad, cuando me he levantado esta mañana, no esperaba que un videojuego de hacer huevos fritos me pudiera freír el cerebro y romperme los huevos de esta manera.
- Hemos realizado este análisis en PC -
💚 Cortito y fresco para una sola sesión…
💚 Narrativa profunda con mensaje
💚 La mecánica jugable es divertidísima
❌ … también es cierto que apetecería seguir un poco más
❌ Que te obliguen a freír huevos por los dos lados ¡blasfemia!
Alex es comunicador con su podcast en solitario CAFÉ con GATO NEGRO - Videojuegos. También se pone al micro en La Taberna del Androide y en DevCast de DeVuego. Su primer recuerdo vital es a los mandos y respira videojuegos desde entonces.