Me encanta cuando los videojuegos españoles no traspasan nuestras fronteras para tomar inspiración para sus historias, apartado artístico e incluso su jugabilidad. Lo que a muchos nos puede parecer cotidiano e insulso, a menudo es muy interesante, solo que no nos paramos a pensar en ello. En realidad, tenemos más que suficiente cultura, tradición y hasta folclore propios como para que surjan verdaderas joyas como The Stone of Madness.
A todo esto, se le puede sumar un plus, cuando además el videojuego da la casualidad de que transcurre en entornos de sobras conocidos, pues la historia se desarrolla en tu misma tierra, a escasos kilómetros de donde vives. En ese sentido, la última obra de Teku Studio y The Game Kitchen aunando fuerzas, me ha maravillado y calentado el corazón, tanto como ha puesto a prueba mis nervios perturbando por el camino mi cordura.
Aunque en la actualidad puede ser un ejercicio bonito y enriquecedor visitar ciertas construcciones religiosas de interés histórico, es muy posible que en algún momento de su existencia escondieran oscuros secretos. Ese es el caso del monasterio en el que arranca la narración de The Stone of Madness. Corre el año 1799, perdido en las montañas de Los Pirineos y prácticamente convertido por completo en un manicomio, la inquisición ha tomado un monasterio y controla a todos sus pacientes. Con el pretexto de querer sanarlos, empiezan los rumores de oscuros experimentos los cuales, si salieran a la luz, perturbarían a cualquiera que supiera de ellos. Buscan una misteriosa piedra, aparentemente la razón por la que los pacientes padecen su locura.
En The Stone of Madness no encarnamos a un solo protagonista, si no que tomamos el control de un pintoresco y sorprendentemente variado grupo, que nada tiene que ver con las figuras heroicas convencionales a las que se nos ha acostumbrado en el medio del videojuego. Un cura, una bruja anciana, una joven, un grandullón mudo y una niña, nombrar así a cada uno de los perfiles podría parecer la introducción de un chiste, pero nada más alejado de la realidad. Estamos ante uno de los grupos más interesantes que nos hemos encontrado en mucho tiempo en un videojuego, y no tanto por las fortalezas de cada uno, si no incluso más todavía por sus debilidades.
Al inicio, una elección nos plantea dos senderos totalmente distintos para adentrarse en la historia de The Stone of Madness.
Uno de los mayores puntos a favor que tiene The Stone of Madness es la forma en que la narrativa influye en cada sistema del videojuego, hasta el punto de que debemos prestar mucha atención a la historia que se nos cuenta para poder avanzar y saber qué tenemos que hacer. También conocer a los personajes de forma profunda es clave, tanto sus puntos fuertes como sus miedos, es importante hasta tal punto, que esto va a determinar si aprendemos o no a jugar a este videojuego táctico de sigilo con perspectiva isométrica lleno de sistemas e interacción con el escenario. No querría destripar a todos los personajes, pero para que esto se entienda, más adelante vamos a analizar a un par de ellos.
Por la noche toca hacer una fase de gestión, con puntos limitados de acción y distintas tareas para cada personaje.
El videojuego se divide principalmente en dos fases: el día, en el que tenemos un contador de tiempo para movernos por el escenario y avanzar la trama con nuestras acciones. Y al terminar, el grupo se mueve a la celda y empieza la noche, una pequeña fase de gestión en la que preparamos herramientas, gestionamos inventario, sanamos la salud del grupo, etc. Al ser un título con tantos sistemas, es inevitable no poder mencionarlo todo, de hecho, este es un punto que quizás no se ve venir antes de ponerse a los mandos. The Stone of Madness es un videojuego tan completo como complejo por su amplia variedad de opciones, prácticamente cualquier cosa que se nos ocurra de forma natural, se puede realizar con uno u otro de los personajes.
De día, toca avanzar evitando enfadar a la guardia del manicomio.
En las fases de día, como decía anteriormente, exploramos el monasterio para desentrañar sus misterios. Hay muchos factores que debemos tener en cuenta al movernos. Lo primero que se nos enseña, es que en el monasterio hay más personas, divididas principalmente entre pacientes y guardias. Al mismo tiempo hay zonas en las que se nos permite movernos, y de nuevo una contrapartida, zonas restringidas, ambas variando en función de la hora del día en la que nos encontramos. Los guardias poseen un rango de visión y de detección de nuestros movimientos y también acciones, ya que incluso en zonas con permiso de estancia está prohibido buscar y coger objetos de todas las cajas, estantes, mesas y cofres repartidos por el escenario. Al realizar cualquier opción prohibida, tendremos que evitar tanto la mirada de los guardias como la de los pacientes, que alertaran de cualquier movimiento ilegal realizado.
Si, ese hombre lleva un pan mohoso en la cabeza una tienda bajo la manta con la que se cubre.
The Stone of Madness también cuenta con bastantes personajes especiales con los que interactuar, tanto aliados como enemigos. Desde un personaje que posee bajo sus ropas una tienda secreta, hasta un doctor con el que en su compañía podremos pasear por cualquier área del juego o incluso una Madre Superiora que estará más atenta que el resto de los enemigos y nos detectará a pesar de nuestras artimañas.
Algo vital en Stone of Madness es estar muy atento al estado de nuestros personajes. Tenemos el clásico medidor de salud más que de sobra conocido, funciona con corazones que se pierden si nos llevamos un golpe de los guardias al realizar algo prohibido y no poder escapar de ellos. Al ser atrapados por los guardias y no lograr escondernos o zafarnos, aumentara un medidor de sospecha, que al llenarse hará que el día termine para dicho personaje, pues será encarcelado por exceder el número de avisos de los guardias. Y el que puede ser el más interesante de todos: el medidor de cordura. El punto más destacado de The Stone of Madness y que hace más humanos a sus personajes son posiblemente sus miedos. Este medidor descenderá al exponer a cada personaje a su particular miedo y también al terminar el día, pues cada día que pasas en el manicomio al final es imposible que no tenga sus efectos. Vaciar por completo el medidor de cordura, inhabilita a dicho personaje hasta el final de ese día, además de crearle un nuevo trauma que se añadirá a la lista de miedos que condicionarán su exploración y acciones. Por lo tanto, es bastante importante cuidar de la salud mental de nuestros personajes.
Habiendo sentado la base de cómo funcionan los sistemas, vamos a ejemplificar con un par de personajes:
El padre Alfredo, quien podría decirse que asume el liderazgo un punto más que el resto del grupo, tiene un repertorio de habilidades muy adecuado a su papel como antiguo ministro religioso antes de ser apresado. Cuenta con la capacidad de portar un quinqué o lámpara que ilumina el escenario y además nos ayuda a encontrar pistas. Por todos sus años como ministro religioso, previos a estar encerrado en el monasterio, también tiene la capacidad de camuflarse vistiéndose y moviéndose como un sacerdote, dar sermones que atraigan las miradas de tanto pacientes como guardias y exorcizar a los espíritus demoniacos que aparecen por la noche -esta última acción le costará una pequeña parte de su cordura al padre Alfredo-.
El padre Alfredo expulsará a las ánimas que vagan por el monasterio de noche, siempre y cuando tenga un crucifijo a mano claro.
Tanto por su trayectoria como por sus creencias, Alfredo se muestra en contra de la violencia y se aterra al ver, tanto cadáveres como enemigos aturdidos. En definitiva, pierde cordura por cualquier acción que vaya en contra del bienestar de una persona ya sea amigo o enemigo. En las fases de noche, la compasión del padre le lleva a curar las heridas que sus compañeros han sufrido durante el día, así como a estudiar los libros encontrados en el monasterio para adquirir conocimiento -que es como se le llama a la experiencia en The Stone of Madness- y poder desarrollar un pequeño árbol de habilidades con distintas capacidades para cada personaje.
Otro curioso personaje al que afecta mucho su trasfondo y su pasado a la hora de jugar es Eduardo. A pesar de su enorme tamaño, Eduardo es un trozo de pan, pero al mismo tiempo una mente atormentada por largo tiempo en el que ha sufrido maltratos, hasta el punto de quedarse sin habla. Gracias a su fuerza, Eduardo mueve grandes cajas y también lanza escombros que harán ruido y distraerán a los guardias en la dirección deseada. Eduardo tiene un solo miedo, pero uno muy significativo; mientras que no tiene problema en ver cuerpos muertos e incluso rebuscar entre sus restos, él no puede quedarse en las zonas oscuras. Sus largos encierros en celdas completamente bañadas por la oscuridad le han hecho desarrollar ese miedo, de ahí que el padre Alfredo con su quinqué -punto para el que lo haya adivinado- muchas veces tenga que estar ahí para iluminar el camino de Eduardo. En las fases de noche Eduardo puede realizar trabajos voluntarios para reducir el nivel de sospecha de sus compañeros a costa de su salud y también, fabricar distintos objetos con los diferentes materiales encontrados durante el día.
Debemos elegir antes de empezar el día, qué tres personajes nos llevamos.
A pesar de todo lo dicho, insisto en que The Stone of Madness es un videojuego con tantos sistemas que hay que entrar a él para entender todas las posibilidades y bondades del videojuego. Aunque hay que destacar que por ello es un título complejo en ciertos momentos, ya que la total libertad de acciones para llegar al mismo fin a veces puede tornarse en ambigüedad y por lo tanto algo de frustración por no saber muy bien como continuar, con quien tenemos que hablar, donde está cierto objeto que necesitamos o incluso a quien se lo debemos entregar. También el hecho de tener que estar tan pendientes de varios personajes, en determinados momentos puede abrumar, aunque esa sensación hay que decir que disminuye con el transcurso de la partida a medida que nos acostumbramos a la propuesta. El tutorial es un buen punto de partida para aprender y entender como jugar, pero es comparable al momento de sacarse el carné de conducir, uno no aprende en las clases prácticas ni aprueba el examen siendo un buen conductor, remata su aprendizaje y adquiere experiencia pasando a la acción con horas y horas de práctica en la carretera.
El apartado visual de Stone of Madness es uno de esos que dejan huella en el ojo por lo bonito que vemos en pantalla. Hay algo especial y característico tanto en su dibujo a mano como sobre todo en sus animaciones, en las que se intuye como una especie de falta de frames hecha a propósito que le dan una fluidez extraña pero muy agradable. Si bien es cierto que se repiten muchos modelos en los npcs, como por ejemplo los guardias, que son todos iguales, es algo que no tiene mayor relevancia para la propuesta del videojuego, si no que además incluso ayuda, ya que hay que estar pendiente de muchos factores y se agradece no tener que dedicar tiempo en dudar sobre que rol tienen los personajes de nuestro alrededor.
Quizás el punto más destacable en este aspecto son las excelentes secuencias al más puro estilo serie de animación -para adultos, eso si- en las que los personajes brillan y la narración de los hechos en perfecto castellano hace que sean una maravilla.
Las secuencias animadas brillan con luz propia.
El sonido está muy cuidado en Stone of Madness y hace mucho para que te sientas de verdad viviendo en el monasterio perdido en los Pirineos en el que ocurre algo extraño. Los efectos están bien logrados, los avisos sonoros que te alertan del avistamiento de los guardias, así como de otros sucesos funcionan bien y la banda sonora, aunque parece que solo acompaña, os sorprenderéis más de una vez tarareándola mientras no estáis frente al videojuego.
The Stone of Madness es sin duda uno de los primeros grandes indies del año, a pesar de no ser para todo el mundo -como muchas veces suele ocurrir hay que decir-. Quien decide jugar a la nueva obra de los estudios españoles de renombre Teku Studio y The Game Kitchen, debe previamente saber a qué género se está enfrentando y la complejidad de este videojuego dentro del mismo género del sigilo. Que cada personaje sea tan diferente con habilidades propias es una navaja de doble filo por el hecho de poder llevar solo a tres de ellos, ya que muchas veces no sabemos que habilidad requerirá la siguiente misión o escenario y si el jugador se equivoca eligiendo, se traduce en tener que esperar/ perder ese día, con su correspondiente coste de tiempo para quien juega y de cordura para los personajes.
Aunque a veces es frustrante, la maravillosa escritura de sus personajes, así como querer saber el desenlace de la historia son motor suficiente para desear avanzar y romper algunas paredes que se forman al jugar, ojo, muchas veces de forma natural y de manera intencionada por el estudio, por lo tanto, parte de la experiencia. En definitiva, The Stone of Madness es un videojuego fantástico pese a sus asperezas, con unos personajes que me llevo en mi corazón por haber vivido con ellos sus triunfos y compartido sus miedos.
- Hemos realizado este análisis en PC con un proporcionado por Tripwire Interactive -
💚 Personajes muy humanos.
💚 Un misterio muy interesante.
💚 Videojuego con sabor nacional
❌ Tiene pequeños bugs ocasionales.
❌La complejidad a veces juega a favor del jugador, pero no siempre.
Alex es comunicador con su podcast en solitario CAFÉ con GATO NEGRO - Videojuegos. También se pone al micro en La Taberna del Androide y en DevCast de DeVuego. Su primer recuerdo vital es a los mandos y respira videojuegos desde entonces.