El género de las novelas visuales suele estar en un segundo plano cuando hablamos de videojuegos, pues siguen relegadas a un nicho de mercado que acostumbra a quedar al margen de los videojuegos más comerciales. Quizás la habitual presencia de contenido erótico en este tipo de juegos no ayuda a que el género sea tomado en serio. En cualquier caso, la narrativa lleva mucho tiempo ligada al medio, y una novela visual bien ejecutada puede convertirse en un videojuego remarcable.
He jugado a clásicos como Snatcher o Famicom Tantei Club, y también he disfrutado mucho de sagas como Ace Attorney o Professor Layton, que, sin ser novelas visuales puras, toman algunos elementos de estas. No me considero ni mucho menos un experto en el género, pero cuando ves Slay the Princess, algo te llama rápidamente la atención. Su particular premisa y característico diseño artístico lo hacen diferenciarse del resto de novelas visuales.
Hotel Dusk (2007)
Me recuerda por su estilo, con dibujos en blanco y negro con un ligero movimiento, a un clásico de la Nintendo DS como es Hotel Dusk. Seguramente en esos trazos a lápiz acaben las similitudes, ya que la ambientación y el tono de Slay the Princess es muy diferente. Vamos a adentrarnos en su mundo.
“Había una vez un héroe y una princesa, o al menos así comienza la historia, pues el mundo, caprichoso e inabarcable, a veces duda en decidir quién es quién. El héroe estaba solo, rodeado por un bosque que parecía no tener fin. Las sombras lo envolvían todo, pero entre la maraña de árboles se insinuaba un sendero, un hilo de claridad que parecía murmurar promesas a quien osara seguirlo. Durante un largo instante, el héroe permaneció inmóvil, atrapado entre la incertidumbre y el eco de sus propios pensamientos. Pero algo en su interior, tal vez el anhelo o la inevitabilidad del destino, lo impulsó a avanzar.
El camino lo llevó a una colina donde se alzaba una cabaña, pequeña y modesta, pero impregnada de un aura que era imposible ignorar. La noche, serena y llena de estrellas, parecía un lienzo eterno, y bajo su manto, la cabaña brillaba con una luz tenue, cual faro perdido en un mar de tinieblas. Algo en esa luz, tal vez un susurro o un recuerdo, llamó al héroe a acercarse. Era su destino, o al menos eso creyó en ese momento.
La puerta cedió obediente al primer roce de su mano, como si hubiera estado esperando su llegada desde siempre. El interior era austero, casi vacío. Una mesa ocupaba una esquina de la estancia, y sobre ella reposaba una pequeña daga, con su hoja prístina. Su propósito no residía sólo en su forma, sino en lo que representaba. Más allá, una puerta invitaba a un descenso oscuro, una escalera que parecía hundirse en las mismas entrañas de la tierra.
El héroe se quedó allí, inmóvil, con la mirada perdida entre la daga y la puerta al sótano. El aire estaba impregnado de humedad y un silencio expectante, el tipo de silencio que precede a los momentos que cambian el curso de las cosas. ¿Tomar la daga y enfrentarse a lo desconocido? ¿Bajar sin más, desarmado pero decidido? O tal vez retroceder, rechazar la llamada y buscar otro camino. Cada posibilidad era un vértice en un mar de decisiones, y cada decisión llevaba consigo un peso inmenso: el destino no solo del héroe, ni de la princesa, sino del propio universo.”
He contado los primeros instantes del juego de una manera omnisciente, pero el tipo de narración de la que hace gala Slay the Princess es muy diferente, con un narrador interno. La presencia del narrador que guía tus pasos y te dicta lo que “deberías” hacer me recuerda mucho a The Stanley Parable, dando al jugador múltiples opciones para seguir esa voz de la conciencia o tomar otros caminos. Es fascinante y tremendamente divertido ver lo que ocurre según nuestras acciones, y acatar o desafiar a la lógica propuesta hasta ver dónde acabamos. Según el comportamiento que adoptemos o si elegimos llevar un arma cuando visitamos la princesa cambiará radicalmente la actitud de ella hacia nosotros, así como nuestra percepción del mundo.
En varios momentos, la experiencia juega con la confusión y el desconcierto. Lo que inicialmente podría parecer una simple historia de amor se difumina en algo mucho más complejo: un entretejido de terror psicológico, reflexiones existenciales y temas profundos como las relaciones humanas, la confianza y las innumerables capas que conforman nuestra identidad. A medida que avanzamos, el relato se adentra en territorios oscuros, con tintes de misterio y escenas de una crudeza perturbadora que pueden llegar a conmover o estremecer al jugador. La sutil música es muy apropiada en cada situación, y las interpretaciones están cargadas de intención, reforzando cada línea de la historia.
El juego cumple a la perfección la premisa esencial de una buena historia: mantenernos enganchados, ansiosos por descubrir qué sucederá a continuación. La imprevisibilidad de las situaciones es enorme; poder elegir el siguiente camino sin saber lo que te va a deparar es la gracia del juego, y por eso no queremos ahondar más en detalles de la historia. Aconsejamos no leer demasiado sobre el juego para que se mantenga ese factor de sorpresa y disfrutar más de esta particular experiencia.
Slay the Princess: The Pristine Cut nos presenta una historia basada en decisiones muy bien escrita con un montón de rutas posibles, un arte en blanco y negro tremendamente expresivo y un acompañamiento sonoro impecable. Un juego excelente que no te puedes perder si te gustan las historias de terror que exploran terrenos poco convencionales.
- Hemos realizado este análisis en PC con un código proporcionado por Serenity Forge -
💚 Una historia intrigante que te deja con ganas de más
💚 Un montón de caminos y alternativas según las decisiones tomadas
💚 Voces en inglés que acompañan muy bien los textos traducidos en español
❌ Nada
Javier Huerta es un comunicador de videojuegos que actualmente dirige y presenta el pódcast El Bloque Misterioso desde enero de 2023. Además, es la persona detrás de la cuenta de X para los amantes de los videojuegos, lo retro y el píxel, Nestálgicos.